Cuadernos de otros cursos

viernes, 8 de mayo de 2009

La pintura de Terciopelo en Tijuana, años 60’s y 70’s: Testimonios de un pintor

Pedro Espinoza Meléndez
Universidad Autónoma de Baja California
Escuela de Humanidades
Gpo. 382

06/03/09
Introducción

La historia oral es capaz de rescatar testimonios que pueden pasar desapercibidos para la historiografía convencional.(1) En este caso, nos encontramos frente al testimonio de un individuo que, aunque técnicamente es un migrante, pues nació en Nayarit, y llegó a Tijuana siendo niño, no se considera sí mismo como tal. Es en ésta ciudad dónde creció, donde aprendió desenvolverse, a trabajar, y donde se inició en un oficio que, en esta ocasión, es el eje en torno al cual gira nuestra entrevista.

La pintura de terciopelo fue una moda que llegó a Tijuana allá por los años 50´s, aunque aún no esta bien claro su origen, pues mientras algunos dicen que llegó de Tahití, otros la relacionan con pinturas indígenas provenientes del centro del país. Lo cierto es que se trató de una forma de artesanía que rápidamente se popularizó entre las tiendas de curiosidades.(2) La presente entrevista busca sumergirnos en ese contexto, indagando entre las prácticas sociales y actividades que giraban en torno a la vida de un pintor no profesional, cuya actividad se daba principalmente en el marco de la Avenida Revolución, zona que por años fue, aunque no el único, si uno de los principales centros turísticos de la ciudad(3).

Como sucede con todas las modas, la pintura de terciopelo no fue algo permanente. Ante el declive de sus ventas, muchos de los que se dedicaban a eso tuvieron que buscar nuevas opciones de empleo, de manera que dicha forma de pintura no implicó necesariamente ser un oficio permanente. Esto es algo que también se relata en la entrevista,

Aunque para muchos fue una moda pasajera, la pintura sobre terciopelo negro ha quedado en la memoria tanto de tijuanenses como de los turistas consumidores, al punto de que es reconocida en nuestros días por coleccionistas de todo el mundo4. El presente trabajo busca de alguna manera desempolvar del recuerdo las experiencias de un pintor, y ponerlas al alcance de aquellos a quien nos interese conocer con mayor profundidad la historia de nuestra ciudad, no tal y como ocurrió, sino tal y como algunos de los actores sociales la vivieron5.

Familia

Mi nombre es Adrián Espinoza Casas, nací en el Venado Nayarit, en el año de 1946. Mi abuelo paterno era Rafael Espinoza y no se exactamente de donde provenía, y la abuela se llamaba Petra Cisneros y tampoco se mucho de ella. Y por el lado materno era Víctor Casas, que tampoco se de donde era porque no se hablaba mucho de eso y mi abuela se llamaba Macedonia Acedor. Mi abuelo Rafael era agricultor, y mi abuelo Víctor también, pero el aparte estaba encargado del abasto. Mi papá se llamaba Pablo Espinoza y era agricultor, y mi mama era ama de casa, se llama Caritina Casas.

Los motivos que nos hicieron venirnos no eran precisamente económicos, la familia estaba mas o menos bien allá. Mi papá tenía tres platanares, mi mamá tenía una refresquería ahí en el pueblo. Lo que ahí se vendía era lo que aquí le dicen raspados, era puro hielo raspado con mieles de diferentes sabores. No llegué a ayudarle mucho a mi papá en su trabajo del campo, me iba a veces a ayudarle, pero él era el que trabajaba, yo tenia 8 años o sea pues todavía no hacia gran cosa.

Mi papá también era músico. Tocaba en fiestas de vez en cuando, y a veces se iba a tocar a otros pueblos. Se iban a pie de pueblo en pueblo, a veces eran cortas las distancias, a veces se iban a partes que tardaban horas en llegar. Él allá tocaba el clarinete, aquí empezó a tocar el tololoche, supongo que aprendió tocando con sus amigos, porque aquí como que el clarinete no tenía mucha demanda.

Migración

Una de las razones por las que nos vinimos es que una hermana más chica de mi mamá se había venido antes. Mi abuelita había fallecido hacía poco, así que en parte nos vinimos para que ella no estuviera sola. Del viaje a Tijuana, pues me acuerdo que estaba muy lejos y que nos vinimos junto con otra familia; pero aparte de eso, algo que siempre he recordado fue cuando pasamos por Empalme de Guaymas, se me quedó bien grabado.

Recuerdo la cantidad de gente que había ahí, de braceros. Los trenes estaban llenos, los vagones de carga estaban exageradamente llenos de personas, pidiendo que les dieran de comer a la gente que pasaba por ahí. Nada más recuerdo haberlo visto en Empalme, a lo mejor porque era la parte donde pasaba la carretera por la estación. La gente estaba sobre el tren parado, los vagones estaban como abandonados, y ahí estaba toda la gente, ahí dormían y todo. Estaban como esperando a que llegaran a contratarlos para irse para el otro lado.

De mi familia nadie se fue de bracero. Mi papá vino como 2 años antes de venirse con nosotros, estuvo trabajando al otro lado en el campo. La primera vez que vino fue como en el 51, y no estaba la carretera de la Rumorosa a Tijuana, era terrecería. Para cuando nos vinimos todos ya había carretera, fue en el 54. No se si tenía pensado iniciar algo aquí o cruzar otra vez para allá, pero pues ya nos quedamos aquí. Aunque nací en Nayarit, yo no me considero migrante, soy más bien hijo de migrantes. Yo me considero de aquí, de Tijuana.

Los primeros tres días nos quedamos con una familia de allá de Nayarit, que vivían por la Av. Mutualismo. Después conseguimos una casa de renta ahí por la zona del río. Un año después cambiaron las casas de esa zona para acá, por eso aquí se llama Colonia del Río. Que según porque iban a empezar a hacer la canalización.

Como mi papá trabajaba de noche, y para acá todavía no había servicio urbano de transporte, nos cambiamos a otra parte allá por la zona norte., también con una familia de paisanos. Para acá nos vinimos en el 57, le compramos la casa a un compadre.

Cuando llegamos éramos 3 hermanos, Memo, Evelia y Yo. Juan y Rafa nacieron aquí. Mi papá siguió trabajando acá en Tijuana como músico, tocaba el tololoche con los conjuntos norteños de la plaza Santa Cecilia, el también hacía los tololoches y los vendía. Mi mamá era ama de casa, pero siempre fue muy luchona… sus hermanos trabajaban en una talabartería, y nos conseguían trabajos que hacíamos aquí en la casa.

Yo tenía 8 años cuando llegué, perdí un año de la escuela cuando nos vinimos. Fui la primer generación de la primaria Rodolfo Sánchez Taboada, la que está aquí en la colonia. Recuerdo que todavía no estaba terminada, había solo un salón para cada grupo. Acá en la colonia no había servicios públicos. El gobierno puso pilas de agua en cada cuadra, después se hizo eso mismo pero para cada terreno. Electricidad si había, muy poco transporte público, pasaban como 4 camiones al día. La colonia estaba lejísimos del centro, le decían la coyotera… para el lado de Otay no había nada, eran sembradíos de cebada.

Inicios de la actividad laboral, integración a Tijuana

Un conocido que era dueño de una tienda de curiosidades…

Me salí de la secundaria como a los 15 años, y me puse a estudiar inglés. Estudié con una señora que daba clases particulares aquí en la colonia Ruiz Cortínez. No recuerdo si ella había sido esposa o hija de alguien de relaciones exteriores, porque nos platicaba que había estado en muchas partes del mundo… Argentina, Guatemala, Nicaragua... Muy culta la señora, ya estaba mayor. También daba clases de piano y de pintura. Nos cobraba 25 centavos por clase. Íbamos mi hermano Memo y yo. Estuvimos yendo como un año. En ese tiempo aprendí lo básico para empezar a trabajar.

En la familia teníamos un conocido que era dueño de una tienda de curiosidades, con él empezamos a trabajar en eso. Memo se quedo ahí y yo me fui a otra tienda. Mis patrones eran mexicanos, su familia se había venido para Los Ángeles en tiempo de la Revolución, y después se vinieron para Tijuana. Eran de los pioneros de las curiosidades.

En aquel tiempo se vendían artesanías de cuero, de piel, bolsas, carteras, cintos, sillas de montar, había tiendas especializadas en eso. Había otras que vendían joyería, y aparte cosas que se hacían aquí, como monitos de yeso. Se vendía mucho el zarape o ropa típica de acá. El zarape se traía de Saltillo, se vendían algunos como sweters típicos. Casi no había ropa hecha aquí.

Aquí se hacían cosas de piel, cintos, carteras, macetas… y pues pinturas. Cuando estaba más chiquillo trabajaba en un taller de talabartería que tenía mi tío. Hacía bolsas, carteras… yo nada más hacía cosas muy sencillas, tipo maquiladora. También llegué a pintar figuras de barro.

Pues aprender, aprender… no creo haber aprendido…

Nunca me consideré pintor, simplemente hacia las cosas que se hacían como en serie. Ahí en la tienda donde trabajaba yo había un pintor, se llamaba Manuel Rivera, ése si sabia pintar, y yo le empecé a ayudar a restirar las telas y todo, y ahí aprendí de ver nada más, empecé a echar brochazos. Ya después hacia yo mis cuadritos y empecé a venderlos. De hecho deje de trabajar en la tienda para dedicarme a pintar.

Había muchos pintores. Ahí por donde yo trabajaba, en tres tiendas había pintores que eran buenos, que les llevaban una foto y la pintaban en terciopelo, un paisaje o algo. Si al cliente le gustaba, se lo llevaba, o si quería algo en especial, pues se lo hacíamos. Algunos pintores habían estudiado, algunos venían de san Carlos. Había varios que eran buenos, algunos si se consideraban artistas.

Si había algo de diferencia entre lo que ellos pintaban y lo que hacia uno, pero nada más nosotros lo notábamos, además de que nuestros cuadros eran más baratos. Cuando empecé a pintar, algunos pintores hacían como que se enojaban, que porque según uno le daba preferencia a vender los cuadros en vez de los suyos, además de que pues eran más baratos. Pero no… nada más hacían como que se enojaban, eran compas.

Mi hermano Memo me decía que yo no era pintor… No que no se que… Yo le decía: pues no, no se pintar, pero de eso vivo… y tu que sabes pintar no la haces de eso… Si, él pintaba más, pero se tardaba mucho y eso, o sea que los temas que yo saque se vendían más que los de él. Yo reconozco que él tenía más talento para pintar, pero a lo mejor yo tenía más suerte, o no se, pero mis cuadros se vendían más. Pero considerarme pintor, no, yo era un artesano…

Lo mío era más bien el paisaje…

Todos compraban cuadros, había para todos los gustos. Por ejemplo, los domingos que había corrida de toros, mucha gente llegaba de la corrida y pasaban a las tiendas, y pues ahí había muchos cuadros de toreros. La gente buscaba casi de todo. Había un cuadro que recuerdo que tuvo mucho éxito, era de los Cabos, otro era del puente de San Francisco…

También, había camaradas que se dedicaban a hacer desnudos, había muchos temas, de todo, de artistas que eran famosos. No llegué a pintar cuadros de celebridades, pero si me toco vender. En aquel tiempo se vendía mucho el de una cantante, Linda Roosvelt, era una cara con una rosa… había de varios artistas. Cuando salió la película esa, la de Encuentros Cercanos del tercer tipo, muchos se dedicaron a hacer eso, a pintar naves en el desierto y luces… se pusieron de moda un rato. También había imágenes religiosas, más bien Cristos. Había de diferentes tipos, con la corona de espinas… no recuerdo otras imágenes de ese tipo. Se vendían también cuadros de la virgen de Guadalupe, pero esa no era pintura, eran imágenes en marco y con vidrio.

Como comenté hace rato, yo pintaba junto con mi hermano Memo. Pintábamos más o menos lo mismo, pero el también pintaba caras y rostros. El hacia rostros de tigre, pintaba también mucho el de un guerrero con casco de oro, ese no recuerdo de quién es, pero se vendía mucho. Esas imágenes de indios tenían que ver con el movimiento chicano. Un vecino mío que también pintaba de esos temas, se le vendían mucho. Los vendía allá en el otro lado, y los que le compraban eran de ese movimiento. Un cuadro que buscaban mucho era de la leyenda de los volcanes, en donde esta el cazador tirando el arco. Pintábamos de todo, pero cada pintor se dedicaba a lo suyo… nos comentábamos todos los temas, cada quien sabía lo que pintaba y se le respetaba, nunca nos copiábamos.

Lo mío era más bien el paisaje. Era lo más fácil, era lo que salía… lo menos complicado y lo que se vendía más. Yo pintaba más bien cosas del mar, paisajes de mares. Tenía otras imágenes de desiertos o de aves. No hay una imagen que recuerde que me gustara más en especial, si me gustaba pintar, pero lo hacía como trabajo.

Es la ventaja que se tiene al pintar en terciopelo…

La ventaja del terciopelo es que se aprovecha el fondo negro, se pintaban solo las formas y los roces, era más lo que no iba pintado que lo que iba pintado. O sea que se aprovechaba más la pintura, pues como se puede ver ahí en las fotos. El material que se usaba era pintura de aceite Se fogueaba todo, y luego ya un pincel con tinher se borraba… y ya quedaba la figura.

Esa es básicamente la técnica. Llegué a pintar alguno que otro cuadro sobre lona pero no, no mucho. El material era fácil de conseguir, el terciopelo lo comprobamos por rollos. Primero, cuando recién empezamos, comprábamos por metro, como para 2 o 3 cuadros, y ya después con la demanda, comprábamos por rollos de 50 metros. Había mucha demanda.

Como puedes ver aquí todo esto es fondo negro, lo de la palmera también. O sea que primero lo fondeaba, y ya cuando lo hacia con tihner, subía todo el aceite de la palmera, y ya quedaban nada más las luces, es la ventaja que se tiene al pintar en terciopelo. Como ya tenía practica para hacerlo, me lo aventaba como una hora. Me tardaba mas o menos el mismo tiempo para pintar cualquier cuadro. Yo no copiaba de fotos, todos los paisajes me los imaginaba.

De cuantos cuadros alcanzaba a pintar en un día, pues depende lo carrereado. Por ejemplo, teníamos un cliente que venia cada 2 semanas y nos pedía varios cuadros, pero a veces por estar haciendo otros trabajos, pues nos tardábamos. A veces nos quedábamos hasta las 2 o 3 de la mañana para terminar lo que iba venir a recoger. Había otros que venían a comprarnos directamente a nosotros, y ya ellos los vendían allá en el otro lado, en los swap meet o en otras tiendas.

Allá al otro lado había tiendas que nos compraban directamente. Venían a buscar a un vecino que también pintaba, pero nunca se animó. Y pues me dijeron a mí, para eso les mostré unas pinturas mías, y pues les gustaron. Me dejó embarcado con un montón que ya le habían pedido y que las tenía que entregar ya. Al principio no me salían tan bien, pero ya con la práctica salían mejor.

Te venían a regatear…

La mayoría de los que venían a comprar eran americanos. Hubo tiempo atrás todavía donde casi todos eran puros del ejercito, digamos, marineros. Cuando estaba morrillo, que estaba todavía el puente México, antes de que trabajara en las curiosidades, me tocó ver así el pasadero de marineros que venían ahí a las cantinas… era algo continuo. Ya como a finales de los 70’s empezaron a llegar en autobuses tour’s de japoneses.

¿La interacción con los clientes? No se si todavía sea así, pero no nomás con los cuadros, con lo que se vendiera… O sea que los clientes ya sabían que no te iban a pagar lo que esta marcado en el precio, te venían a regatear. Llegaban a una tienda por una bolsa, digamos de 20 dlls… te daban hasta 100 pesos para empezar. Había clientes que veían algo en el otro lado a un precio, y si lo veían aquí y les gustaba, se lo llevaban a como estuviera. Las señoras… no era el precio que estaba marcado, pero la mayor parte era así. Que digan ¿cuanto vale? Pues que tanto, no que te doy tanto. Era un regateo… O sea que era una diversión para ellos, también para los que venían. Que por ejemplo para llevar una cartera te tardabas hasta una hora ahí regateando… era divertido.

Los precios de los cuadros…teníamos uno de 2 por 3 pies y lo teníamos a 6 dlls aquí a las tiendas. Nos gastábamos como 2 dlls de material y ya en las tiendas se vendía pues a como se dejaba el cliente. Lo más que llegaban a pagar por un cuadro eran 50 o 60 dólares. Al principio se vendía más, pero cuando empezaron a salir muchos, los tenía que dar más barato.

No solo se vendían los cuadros en la Revolución, había pasajes había en la calle 2da que después hicieron el mercado de artesanías. Yo le vendía a alguien que tenia un puesto en ese mercado, y a parte me iba los domingos a vender ahí en el puente. Ahí no vendía uno tanto, era más bien una forma de entretenerse y de relacionarse con otros pintores. Nos conocíamos todos, y sabíamos lo que hacía cada quien. No era tanto como una competencia, bueno algunos si, pero yo nunca lo vi así.

En aquel tiempo muchas de las tiendas se dedicaban a vender puros cuadros, eso pasó con la tienda donde yo trabajaba, aunque fue cuando yo ya me dedicaba por completo a la pintura y pintaba en mi casa. Yo conocía a los mismos clientes que compraban de mayoreo ahí en las tiendas, y pues me empezaron a comprar directamente, es cuando dejé la tienda.

Yo conocía a los de los burros…

En cada cuadra se ponía una carreta con su burro rayado ahí y su fotógrafo. Yo conocía casi a todos, guardaban las carretas y los burros en la calle 6. Entre la calle 5ta y 6ta había un callejón y ahí había un corral donde los guardaban ya en la tarde, cuando terminaban… parecía el viejo oeste, con las carretas y los burros…

En cada carreta trabajaban 3 más o menos. Uno hablándole a los clientes y otro era el fotógrafo, porque no eran cámaras como las de ahora, no quien sea lo sabía hacer. Entonces había uno que les hablaba a los clientes, les ponía su gorro, el zarape… y ya los retrataban. Y todos estaban desde la calle 2da hasta la 7ma donde esta el Jai Alai. En cada cuadra por cada lado había una carreta.

La tienda dónde yo trabajaba era el Pasaje Sonia, estaba por la revolución entre 4ta y 5ta, a un lado del hotel Caesars, y ahí a la pura salida estaba una carreta. En casi todos los pasajes había ahí afuera un conjunto de músicos tocando marimba… en ese tiempo se usaba mucho la marimba. Había también vendedores de juguetitos, relojes… había fotógrafos ambulantes que se metían a los restaurantes… Había muchos trabajos diferentes. Digamos, en los restaurantes había charoleros, que repartían la comida a todos los que trabajábamos ahí… Había boleros, también en cada cuadra también había uno o dos que se dedicaban a bolear zapatos.

Allá vendíamos en swap meets…

Ya cuando me había salido de la tienda, de todos modos iba los sábados y domingos, y ahí les ayudaba a mis amigos a vender. No recuerdo bien cuanto tiempo me dedique a esto de la pintura. Creo que empecé a trabajar en 1961, y empecé a pintar como en el 67… Y seguí trabajando en las curiosidades como hasta el 70, duré como tres años. Ya después iba a venderlos directamente. Y vendíamos los cuadros que pintábamos, y comprábamos los de otros como de caras, porque nosotros no pitábamos eso… y pues vendíamos de todo.

Allá en el otro lado vendíamos en swap meets. Yo iba con mis hermanos, Memo y Juan. Se tenía que ir uno desde la noche anterior para hacer cola, y a las 5 o 6 de la mañana que abrían, rentabas tu espacio y ya ponías tus cositas para vender. Era en cines al aire libre, y ahí donde estacionaba el carro, ahí se estacionaba uno. A veces se vendía bien, a veces no. En navidad casi siempre había más ventas. Teníamos que cruzar la línea para traer unos cuadros para venderlos por que uno solo no lo podía traer, rentábamos una jeep y ahí los traíamos y ya de los que vendíamos el fin de semana los reponíamos.

Así como empezó, se acabo…

Así como empezó se acabo… todavía se venden de ese tipo de cuadros, pero ya no en la misma cantidad que antes, fue como una moda. Uno de mis amigos pintores agarró un taxi otro, puso su propia tienda de curiosidades y así se empezaron a dedicar a otras cosas.

A muchos que vendían en el puente México, cuando lo iban tirar, empezaron a hacer manifestaciones, bueno, no manifestaciones, pero sí como bloqueos, al no quererse salir. Creo que a muchos les dieron terrenos acá por módulos en Otay. Yo no me metí en eso, no era muy alistado para esas cosas, además de que ya tenía casa. Después de que yo empecé a ir a los Ángeles y que me empecé a dedicar a lo de la recamara, ya me perdí, ya no me relacione casi con ellos… no supe que paso, cuando pusimos la mueblería ya no me quedaba tiempo.

También hubo un tiempo en el tiempo que se empezaron a vender mucho las cuestiones de herrería, se empezó a vender igual que muchas otras artesanías. Esos trabajos se hacían aquí mismo, ahí entre la revolución y segunda había un callejón donde había varias herrerías. Era así como la herrería que ves, pero de una forma más artística. Muchos de esos trabajos eran para casas del otro lado, o sea que muchos contratistas venían para acá a hacer pedidos.

Conforme se dejaron de vender los cuadros, empecé a trabajar en una fábrica de muebles. Yo hacía más o menos lo mismo, pintaba un tipo de recamara que no me acuerdo como le dicen, hacia adornos de ramitas de flores. De ahí me fui a otro lugar, y estuve buen rato. Eso ha de ver sido como en el 80, en la fábrica que yo estaba empecé a trabajar con un carpintero, después pusimos un taller.

Él hacía los muebles y yo los vendía. Yo me encargaba de comprar el material, de vender los muebles, de cobrar… recuerdo que le vendíamos a Muebles Coloniales, y a otras mueblerías de ahí de la zona del río. Si, me sirvió mucho lo que aprendí en la fábrica… Ahí conocí un a señor que traía espejos del otro lado; lo que pasa es que yo usaba mucho espejo para las recamaras… y pues también me dedique a eso.

Estaba en los dos trabajos, en la mueblería y en la fábrica, pero como me empezó a ir bien en la mueblería pues mejor me dedique a eso. Llevaba tiempo que trabajaba acá en la libertad, y para no andar de vuelta en vuelta, decidí poner un taller aquí cerca de mi casa, junto con mi hermano. Llegamos a tener varios trabajadores.

La diferencia de pintor a carpintero… de pintor pues se tiene la fama de que era algo clásico. Y de la carpintería… también… me da gusto ver la madera, ver los muebles… ahorita me da mas gusto la carpintería, me satisface más que la pintura.

Tal vez algún día vuelva a pintar…

En general tengo buenos recuerdos de la pintura, se ganaba bien, comparado con los demás trabajos era bueno, así compre la casa. La agarré en pagos, le abonábamos 1000 dólares al mes cada 3 meses. En aquellos tiempos nos la vendió creo en 18 mil dólares. Como quien dice la casa la pagamos con cuadros, el vendía varias cosas allá en el otro lado, principalmente cosas de cuero, y cada mes se llevaba cuadros para allá.

Y andaba uno a gusto, nos iba bien. En poco tiempo sacaba el trabajo, y a la vez tenía tiempo para los chiquillos, nos íbamos a la playa o cosas así, no tenía compromiso de horario… A veces, de vez en cuando, veía un programa en la televisión y miraba una casa con un cuadro mío en la pared. También me llegó a tocar ver mis cuadros en casas de algunos clientes ya como carpintero. Me la pasé bien a gusto todo ese tiempo, era diferente la vida… Tal vez algún día vuelva a pintar, ya que no pueda hacer lo de la carpintería…

Conclusiones

Los testimonios orales resultas valiosos no solo para la investigación histórica profesional, sino también para la gente común y corriente, que lejos del trabajo académico, se interesa por conocer la historia de su comunidad, de su gente. En este caso, hemos podido leer el relato de vida de un individuo, de su integración al medio social y económico de Tijuana, así como del proceso en el cual aprendió y se dedicó al oficio de la pintura.

La migración hacia Tijuana, las actividades económicas, las prácticas sociales y los oficios u ocupaciones, no son aspectos que puedan entenderse por separado. Todas estas son cuestiones que se encuentran ligadas entre sí, y que a su vez forman parte de un contexto más amplio. La historia de una ciudad no es sino la suma de muchas historias de vida que se entrelazan, y que convergen bajo un mismo tiempo y espacio.

Podemos conocer mucho sobre la historia de Tijuana al leer los libros provenientes de la historiografía profesional, pero también al escuchar los relatos y experiencias de los ciudadanos comunes y corrientes. Finalmente, la historia es la ciencia de los hombres en el tiempo6, y se ocupa tanto de los grandes personajes, como de los individuos ordinarios, que forman parte de una sociedad, y que a través de sus testimonios pueden ayudarnos a conocer el pasado, y la forma en que las sociedades van cambiando.

El presente trabajo busca poner una pieza más en el infinito rompecabezas que es la historia de nuestra ciudad. Pone las experiencias de un hombre al alcance de un lector, que posiblemente nunca tenga la oportunidad de hablar en persona con él como yo lo he hecho por años. Sin embargo, el lector puede igualmente ser tomar parte dentro del relato aquí contado, y acceder a lo que los que estudiamos historia le llamamos una fuente primaria.

Bibliografía

Aceves Lozano, Jorge E. “Un enfoque metodológico de las historias de vida” en De Garay, Graciela, coord. Cuéntame tu vida, Historia oral: historias de vida. México: Instituto Mora, s/d.

Alvarado Ledesma, Salvador. El comercio urbano en la ciudad de Tijuana durante la Segunda Guerra Mundial, 1940 – 1950. Tesis de Maestría en Asuntos Internacionales, UABC, 2005.

Bloch, Marc Introducción a la Historia, México: FCE - Tezontle, 1992.

Collado Herrera, Ma. Del Carmen. “¿Qué es la historia oral?” De Garay, Graciela, La Historia con Micrófono. México: Instituto Mora, 1994.

Piñera Ramírez, David, et. Al. “Tijuana de 1948 a nuestros días” Historia de Tijuana, Semblanza General. Tijuana: UABC, XI Ayuntamiento, 1985.

T. Robison, William Limited-Edition Black Velvet Portraiture from Tijuana, Mexico http://www.velvetpaintings.com/ (consultado el 5 de noviembre de 2008).

Zavala, Paco “Exposición pictórica en terciopelo negro” La prensa, San Diego. Febrero 2006. http://www.laprensa-sandiego.org/archieve/february03-06/negro.htm (consultado el 5 de noviembre de 2008).

__________ “Se hace Justicia a los pintores de la Avenida Revolución” La prensa, San Diego. Julio 2008. http://www.laprensa-sandiego.org/archieve/july11-03/pintores.htm (consultado el 5 de noviembre de 2008).

Zenteno, René "Del rancho de la Tía Juana a Tijuana: una breve historia de desarrollo y población" Estudios demográficos y urbanos vol. 10, no. 1 (COLEF 1995).

IIH UABC, Archivo de la Palabra. Historias de vida en la ciudad de Tijuana. C. Adrián Espinoza Casas, entrevistado por Pedro Espinoza Meléndez. 11/10/08. PHO-TJ / 1 (2).

__________________________. Historias de vida en la ciudad de Tijuana. C. Adrián Espinoza Casas, entrevistado por Pedro Espinoza Meléndez. 14/11/08. PHO-TJ / 2 (2)

1 comentario:

Miriam García Aguirre dijo...

Este comentario lo dejo Jose Fa, una amiga querida y poeta de Cananea. Su comentario original no se guardo y me dejo este en mi blog amarabierto:

qué bello, Miriam

Sí, yo conocí a esas niñas. Aún las conozco (algunas han crecido y siguen de princesas plastificadas y frías) y les saco la vuelta

Ahora, te contaré lo de la pintura en terciopelo... Más o menos desde 1965 y hasta finales de los setenta estuvimos yendo a Tijuana en cada verano, mis padres, mi hermana y yo. Llegábamos a La Libertad, con mi tía María, hermana de mi papá.
Yo vi cómo elaboraban algunos de esos cuadros, cómo fabricaban los marcos y otras artesanías... en mi casa debe haber un paisaje guardado en algún ropero y un cráneo arriba de unos libros de yeso...
Pedro es hijo de Rebeca, mi prima hermana. Conocí muy bien a Adrián, el entrevistado. Me emocioné mucho cuando leí el texto. A Pedro no lo conozco, nació cuando ya habíamos dejado de ir a Tijuana (porque mi hna. y yo estudiábamos en Hillo. y mis papás ya no estuvieron tan jóvenes para viajar... ¡12 hrs de Cananea a Tj.!) recuerdo a sus hermanos muy bien, Adrían, Marcos y Rebeca.
No sé qué más decir al respecto. Sé que en el comentario que te quise dejar y no se pudo abundaba más (¡más!?, jaja)

Que estés muy bien. El recuento debe ser diario, así como nos debemos deshacer de las células muertas, adiós papeles, malos recuerdos...

9:20 AM
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